La Bitácora Del Filósofo Errante - Filosofía a deshoras. Diario Filósofico y Rebelde | Daniel Espín.

El Que Contempla Este Mundo Como Un Océano Sin Sentido, Fragmentario Y Efímero En La Era De La Náusea Bajo El Signo De Un Dios, Que Es, Inútil.

Nihil Scitur

martes, noviembre 04, 2003

ESCEPTICISMO

Acerca de para qué o por qué el Escepticismo (o Un manifiesto contra el Dogmatismo hoy embozado bajo máscaras de muy abundantes calañas: incluso, las presuntamente democráticas, pero ávidas de poder domeñar, eliminar, sojuzgar otros pensamientos con la estrategia de la araña simpática y seductora que crea necesidades inútiles para atraerlos a su red de seda pringosa. ¡No, no pasará el caballo de Troya!)

En un mundo abigarrado y prieto de modos de pensar y acaso si lo preciso matemáticamente: casi 6000 millones de modos de pensar y de no pensar a elección de cada cual y cada uno de los vivientes de este planeta que en lejanos y muy distintos lugares y culturas sobreviven tal y como quiere el azar y procura. Cada Hombre es un mundo; y esta Humanidad, una especie, por definición, diversa. Diversidad es la marca de la casa. La necesidad de que así sea porque la naturaleza escribe mejor y con ancha libertad. Lo contrario empobrecería el resultado en moldes prefabricados y, no cabe duda, de a poco caería en la decadencia forzosa y la extinción. Sería entonces la historia desgraciada del Hombre Menguante que inician el Lobo Capitalismo, sediento de sangre, y los pocos que recogerán la cosecha en detrimento de los muchos con la idea inquietante de la Globalización.

El escéptico es subversivo. Encuentra en el pajar la aguja que desinfla los argumentos del dogmático; desmonta las convicciones más férreas o al menos le sitúa a éste en la encrucijada de cuatro caminos; es el cirujano que destripa las piedras angulares de una sociedad conformista y conservadora que se cree segura de sus métodos y creencias. El escéptico es necesario, es el nuevo revolucionario de “la revolución permanente” y aplazada. El pensamiento es como esas nubes en el cielo, no se detienen, sino, qué triste, acabarían en el limbo de los no nacidos. El escéptico es el garante de la Diversidad, la Tolerancia y la Comprensión entre los opuestos y/o los enfrentados y de que esas nubes continúen en movimiento. Un poco de escepticismo (filosóficamente bien entendido) en la dieta diaria hará que recobre el dinamismo mental: no quedarse en fórmulas ya gastadas y en círculos viciados; replantearse lo que nunca se atrevió a replantearse; como sano mandamiento, no creerás lo que dicen los periódicos y los cada vez más prepotentes tertulianos y comentaristas en prensa, radio y televisión; lo que masculla el político de turno o el poderoso con canto de sirenas pretendiendo vender el elixir de la vida; lo que cacarea la portera de tu vecindario que te va con rumores y chismes dudosos. Si te dicen que tienes que matar por eso o por lo otro y que la pena de muerte es una oda a la justicia, piensa dos veces y no te manches la camisa con ese sucio y maloliente sofisma; si te dicen que la guerra es 'necesaria', ¡no comulgues con esas ruedas de molino!, porque entonces no eludas la responsabilidad serás cómplice de la masacre que ocurra y de lo que hagan los otros tres jinetes que siempre acompañan a ese tipo de apocalipsis.

“Escépticos eran, como decía Ortega, unos hombres terribles. Terribles, no porque ellos 'no creyesen nada' -allá ellos- sino porque no le dejaban a usted vivir; porque venían a usted y le extirpaban la creencia en las cosas que parecían más seguras, metiendo en la cabeza de usted, como buidos aparatos quirúrgicos, una serie de argumentos rigorosos, apretados, de que no había manera de zafarse. Y ello implicaba que previamente esos hombres habían ejecutado en sí mismos la propia operación, sin anestesia, en carne viva -se habían concienzudamente 'descreído'.” [J. A. G. Junceda, De la mística del número al rigor de la idea, pág. 198.]

Hay que decir que el escéptico (en el sentido que los griegos de la mejor época del pensamiento ya propusieron, y no la derivación tan degenerada del término y su aplicación hoy) no es el que no cree en nada (ésa es la otra milonga que han interpretado los 'nihilistas'). El escéptico es el que sigue investigando e indaga una y otra vez, que niega la posibilidad de verdad o demuestra que no puede conocerse, si la hubiere, es el fiel enemigo del dogmático. El fundamento, el ilusorio y vano espejismo de que “lo que parece, es/Verdad”, tal vez, el sustento de todas las creencias y por tanto de individuos y sociedades enteras temblaría como una hoja de otoño y a punto de caer si a cada uno nos diera por pensar en otra posibilidad que no la que mantiene el clan dominante. Sólo Pensar.

El dogmático, el fundamentalista, el que es capaz de justificar, por ejemplo, la guerra o el crimen que amasa en base a lógica fría y despiadada con ínfulas, además, de santo y héroe internacional será, en primer término, el objetivo de los Pirrones de nuestros días. Sin embargo, ¿de qué servirá el esfuerzo? Hay también que desleír la cera de los oídos de quienes, prosélitos obedientes, les otorgan con sus votos el poder o de quienes viven en la indiferencia y no participan o no creen que pueden cambiar las cosas con su voz o su trabajo. La clave está en los pequeños detalles: desde las pequeñas cosas que se pueden hacer en un día de esos que das por perdido o moribundo.

Un poco de escepticismo (alquímicamente puro) en la sopa y un sueño o una utopía en el corazón que incite a trabajar una idea que poner en marcha resucita a un muerto.

Nihil Scitur

Enlázalo, si quieres... Escrito por Daniel Espín @ A las 03:08 horas... La Bitácora Del Filósofo Errante.

La Bitácora Del Filósofo Errante. Filosofía a deshoras. Diario Filósofico y Rebelde.  ]





§ COLOFÓN

Este mammotrectus comenzóse a publicar en las calendas de noviembre,
día de todos los santos, año de 2003, desde la muy noble
e ilustre villa y capital de los
Carpetanos.

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NIHIL /\ SCITUR

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Aquí tenéis, en canto y alma, al hombre
aquel que amó, vivió, murió por dentro
y un buen día bajó a la calle: entonces
comprendió: y rompió todos sus versos.
[...]
Yo doy todos mis versos por un hombre
en paz...”
Blas de Otero,
Pido la paz y la palabra.
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