Un día despiertas y averiguas de golpe y brutalmente el verdadero significado de aquel viejo predicado lógico y qué comporta, y adquieres la conciencia plena y rotunda y sin ambages de tu propia mortalidad tomando un café y mirando a nada en particular. Caben entonces dos posibilidades: que empieces a ir corriendo de un sitio a otro con la prisa del moribundo no creyente, “el vivir a tope” (que más parece una peligrosa y veloz huida hacia la muerte que una inteligente solución), o que aceptes, imbuido de un sabio estoicismo, esa condición humana y entrar a hurtadillas en un estado de serenidad, mas sin esperanza. Aunque no parece que baste, es la mejor posible en el peor de los mundos probables...
Sólo es necesario “querer la vida” como materia prima (de base) e incluso: sea el principio rector o piedra angular de lo que queremos para nosotros y queremos para los otros seres vivos, que fomente más vida y no, nunca más muerte y dolor. Por lo menos, no dejemos que se nutran los Buitres que cuentan el dinero o las “Águilas Calvas” en el estado actual de cosas, porque la mierda es su guiso dilecto; hay que demostrarles que una democracia (aun mermada) es útil para algo.
Nihil Scitur