La Bitácora Del Filósofo Errante - Filosofía a deshoras. Diario Filósofico y Rebelde | Daniel Espín.

El Que Contempla Este Mundo Como Un Océano Sin Sentido, Fragmentario Y Efímero En La Era De La Náusea Bajo El Signo De Un Dios, Que Es, Inútil.

Nihil Scitur

lunes, enero 22, 2007

LA UTOPIA COMO NECESIDAD contra la realidad fagocitaria

"Tuve un gesto de cansancio: es absurdo buscar un pozo, al azar, en la inmensidad del desierto. Sin embargo, nos pusimos en marcha." Antoine de Saint-Exupéry, El principito. In memóriam del abate Pierre.

Oh, ese burro se cae de viejo y se le cae el pelo, ha perdido la vista y no vislumbra más allá de sus hocicos, donde mora la mosca que olfatea el cadáver que se avecina. Oh, todo son moscas de ciénaga que no desemboca, y ese burro suspira: ¡estoy tan cansado! Su cansancio es un gusano en el corazón que mira por sus grandes ojos de vidrio sin rebeldía [o con las rebeldías domesticadas al uso]. Estuvo mareándose demasiados milenios en derredor de la misma noria bajo el sol, y agotando el agua del pozo; pues, ahora no es más que caliginoso fango. Ni agua clara le resta para los días de melancolía con la que saciar la sed. Cuando el dios de la compasión le desate las cinchas marcadas en la piel ese burro se encaminará, no cabe duda, de la noria hacia la senda del muladar en caída libre. Por lo que los bienhechores buitres se arremolinan ya en círculos concéntricos cubriendo el sobrio azul del cielo: sospechando la venida de un crepúsculo fraccionado. [Ese burro es Occidente (como modus vivendi y económico tan globalizado) y sabe su destino y aun así se empecina en la misma rutina. Un Occidente moribundo ahogándose en sus fluidos y deshechos, esclavo de sus memeces y banalidades y comodidades anodinas y soberbias, de su inoperancia para realizar una sociedad humana y social. Comienzan ya a sonar los cantos vesperales, y doblan las campanas a muerto y hondamente resuenan por todo el valle. Desde luego no será una sorpresa. En su estela funeraria escribirán los cielos, los montes, los mares: "Declaramos que por fin Occidente ha muerto, y que pronto lo olvidaremos, como la sarna que vivimos". El Ocaso lleva el tatuaje de su nombre en las nalgas. Es sólo cuestión de tiempo: y queda esperar el último acto, que el desierto lo asimile, y lo convierta en humilde grano de arena entre muchos otros engreídos y vanos que cayeron. Occidente se basa en el principio de un autoengaño: en el Homo Rex. En la autocomplacencia necia. En la babosa inmortalidad del ego. Y le costará caro, bastante caro, tanta megalomanía voraz. "Mierda eres y a la mierda vuelves, ora pro nobis, mea mater..." Oh, cuánto descansará el Planeta Tierra desde ahora. Por fortuna, todas las enfermedades y dolores terminan de un modo u otro antes o después. Todas las catástrofes naturales nacen y mueren, y también la catástrofe que "supuso" la especie humana por virulenta y vanidosa y egocéntrica y verdaderamente autoinflada como un globo que se lo llevaba el viento a un absurdo, a un viaje irracional, a un callejón sin salida.] Oh, caramba, ese burro de repente se detiene en la encrucijada y, tras el segundo más largo que jamás experimentó, piensa, decide no continuar por la rutinaria senda y vira. Huele a vegetación nueva y fresca más allá del lindero del bosque. Novísimas verduras. No hay sendero, pero esa brisa perfumada que viene de la montaña funciona como una brújula. Le dirige sus pasos; es el motor invisible. No puede predecir de manera exacta el resultado de andarlo, aunque puede imaginar los contornos, el dibujo de lo posible. No importa si precisa de un esfuerzo extra: merece la pena. Por fin, le mueve otro mundo que no sea este cadáver maloliente; por fin, otro mundo en el campo de lo posible. Por fin, abandona la noria, el pozo seco y el muladar como destino. La utopía le inyecta una energía nueva, y le llena de una alegría vigorizadora levantándole por encima del fango hacia otros territorios. La utopía metódica: si imagino que es posible, partiré de esta estación en el tren Utopos rompiendo de parte a parte la tiniebla contemporánea. Porque lo contrario es una realidad demasiado amarga y estancada que no se mueve a ninguna parte, o en la dirección insostenible. Con la utopía ese burro rejuvenece [también, podría este siglo] con los desafíos y los retos que imagina. Sí. Otro mundo es posible... como método de partida. El corazón me lo pide, la razón lo determina definitivamente. No hubo momento más necesitado de utopías que éste en las vísperas de un Occidente agotado y agónico, que se repite hasta la náusea en sus planteamientos profundamente atascados, en dirección a un destino precipitado que bien conoce como el suicida. La utopía es la necesidad de crear y creer en lo posible, para no hundirse en la parálisis: el conformismo de tonto de baba y el bazófico y hastiante conservadurismo; en el agrio desengaño y la [aun siempre familiar] decepción tronadora; en la típica y perezosa letanía: "la vida es así"; o en el silvestre neoliberalismo para cazadores de cabezas, y para el canibalismo y la explotación del otro y de nuestro planeta para beneficios efímeros y volátiles de usar y tirar. En todo caso, no hay alternativa: o la utopía "movilizadora y metódica" o un catastrófico funeral por capítulos y fuegos artificiales para la especie. La utopía es de ahora en adelante una necesidad para la supervivencia del homo [¿sapiens?]. Ustedes sabrán... Nihil Scitur

Enlázalo, si quieres... Escrito por Daniel Espín @ A las 22:29 horas... La Bitácora Del Filósofo Errante.

La Bitácora Del Filósofo Errante. Filosofía a deshoras. Diario Filósofico y Rebelde.  ]





§ COLOFÓN

Este mammotrectus comenzóse a publicar en las calendas de noviembre,
día de todos los santos, año de 2003, desde la muy noble
e ilustre villa y capital de los
Carpetanos.

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Aquí tenéis, en canto y alma, al hombre
aquel que amó, vivió, murió por dentro
y un buen día bajó a la calle: entonces
comprendió: y rompió todos sus versos.
[...]
Yo doy todos mis versos por un hombre
en paz...”
Blas de Otero,
Pido la paz y la palabra.
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