Hace tiempo conocí a Antonio Cillóniz, a este poeta peruano, en un Instituto de Madrid. Era sereno y de calmo hablar, como su verso (que, a veces, troca en concisa y enérgica protesta, sin embargo, contenido). Me regaló, entonces, un libro de poemas que aún conservo: "Una noche en el caballo de Troya", con el que se le había otorgado el Premio Extraordinario de Poesía Iberoamericana Fundación Banco Exterior.
En él se advierte de manera clara y sin ambigüedades un compromiso con el país que mira al Pacífico y casi desde el cielo, un compromiso con la democracia y con los olvidados, con los que sufren la historia. Es, sin duda, un limeño militante. Y Perú y otros países de América, como esa Troya que acepta el regalo envenenado, ese caballo del "norte" guardando en su interior sustancias innominables, mal venden su alma, [como ahora cualquier país del mundo que lo acepte, así pues, se prepare, quien firmara, al chantaje y a rendirles obediencia en el futuro]. Y adivinan, asimismo, su destino como un mal presagio que incluso los augures más optimistas preconizan: la caída de Troya, de su tierra vendida y traspasada, ¿es inevitable?
Latinoamérica siempre ha sido el jardín privado, el coto de caza de la Company Fruit, de la CIA, de la mafia, de los dictadorzuelos/títeres manejados desde Washington por el puro botín, de la deuda externa acrecentada por los mamones de turno y los untados y los genocidas [la deuda, ese callejón sin salida, esos grilletes de las naciones hacia la esclavitud y el hambre, ese círculo vicioso de nunca acabar para la pobreza]. En su trágica historia del siglo xx Latinoamérica no ha sido más que el felpudo donde se limpiaba las botas llenas de sangre y de barro el gigante del norte, mientras la expoliaba a su antojo y deleznable arbitrio; sin duda, es una dolorosísima enseñanza. Es necesario que Latinoamérica, como esas mujeres maltratadas, para este nuevo siglo recupere la estima de sí misma y se proteja defendiéndose, recupere la confianza en sus propios recursos y riquezas y se respete a sí misma, resista desde una alternativa Unión Económica de sus respectivos países por una voluntad de acabar con el pasado: juegue sus bazas económicas en un tal vez proyecto conjunto puramente latinoamericano, y se relacione con quienes la respetan verdaderamente. Sobre todo, para que NO se repita la historia y especialmente para que SÍ sea por fin dueña de su destino, de su porvenir preñado de posibilidades: es ahora o nunca. Elijan ustedes...
Nihil Scitur