Por el hilo tensado anda el funámbulo [el Juez] desde el punto A hacia el punto B, y debe andarlo con prudencia para no caer en la cuenta que anda contaminado de odio o venganza o de cualquiera otra prevaricación política, por lo que su corazón [la Ley] debe latir serenamente: y más cerca de la compasión y de la moderación que de la fiereza propia del lobo hambriento de carnaza. [Entonces Lo Que Es, fuera o sería Justicia trocaría en Injusticia inmediatamente por la fragilidad de los límites. Como la Belleza, la Justicia es el término medio, el equilibrio, la armonía]. Lo contrario, traspasaría la línea hacia la sinrazón, el salvajismo y el desvarío; sí, quiero: una sociedad equilibrada, justa y clemente. El funámbulo sabe que no debe ser juez y parte, ni actor ni espectador, sólo emprender la tarea de juzgar la cosa y andar sobre ese hilo con la pericia y la profesionalidad debida. Aun su vara equilibradora [la Mesura, que es la materia con que se hace y debe hacerse el Estado de Derecho y toda ley también] le conserva el centro de gravedad [la Independencia] frente a corrientes y a todos los vientos cardinales o más fuertes o menos tirantes que le empujan y quieren desestabilizar. El trabajo del funámbulo no es fácil y es peligroso y sobre todo es una labor sutil ignorando el ruido; sin embargo, qué bello es juzgar si se se sabe que se hace y se hizo Justicia "en sus justos términos" sin caer al odioso abismo en el quinto círculo donde moran los coléricos y "Lo Injusto".
Nihil Scitur