La Bitácora Del Filósofo Errante - Filosofía a deshoras. Diario Filósofico y Rebelde | Daniel Espín.

El Que Contempla Este Mundo Como Un Océano Sin Sentido, Fragmentario Y Efímero En La Era De La Náusea Bajo El Signo De Un Dios, Que Es, Inútil.

Nihil Scitur

miércoles, febrero 21, 2007

MIGUEL SERVET Y LA LIBERTAD DE CONCIENCIA. Diálogo inventado con Sebastián Castellio, el que fue defensor de su causa; y un apéndice inútil.

"Id, subid a la cima de los montes, impedid que de oriente salga el día; pero saldrá. Serán descubiertas en breve vuestras mañas por la luz de la verdad, como si vosotros nunca pusierais en evidencia a vuestros adversarios frailes. Ninguna calumnia, elocuencia, prudencia, fuerza o poder os protegerá de que de pronto os señalen con el dedo, como vosotros habéis señalado a otros." Sebastián Castellio, De que los heréticos no deben ser castigados.

"... Si hay que condenar a todo el que yerre en un punto particular, entonces habría que quemar a todos los mortales un millar de veces." Miguel Servet, Carta a Ecolampadio. [A propósito de la prohibición de su libro De Trinitatis por las autoridades religiosas.]


I. Diálogo


- [CASTELLIO]. Servetianos somos. Y además y especialmente cuando molestaba más el serlo a las autoridades que enviaron a Servet a la hoguera, o las que le atacaron por pensar según su conciencia. Y aunque yo no estaba de acuerdo con él, él tenía derecho a errar en lo que le apeteciera, en materias no fijas y dudosas, en materia de fe. Nadie es infalible, ni el papa mismo por mucho que se lo tatúe con pompas y vanidades. Les molestaba que existiéramos y que habláramos de él. Servetianos somos contra los inquisidores de todo orden, contra el miedo a ser justo cuando esas fuerzas oscurantistas, que dicen ser imitadores de Cristo, presionan para preparar la iniquidad más abyecta... ¡Malditos seáis, Intolerantes, toda la eternidad!

- [FILÓSOFO ERRANTE]. No entiendo por qué, para qué la condena de un hereje que posee el derecho a manifestarse según su conciencia y ser consecuentemente: porque es natural. No puede castigarse por tales cosas. Para su defensa Serveto apelaba a los primerísimos cristianos porque no eran intolerantes...

- [CASTELLIO]. Sí. La "Verdad" con mayúscula no engendra más que odio. Veritas odium parit, sobre todo, cuando sustenta la arquitectura del poder o las facciones en discordia, y al ser cuestionada pone en peligro reinos, iglesias, doctrinas y todos los san pedros que los guardan. No podrían permitírselo. Sería la quiebra del sistema tanto en lo económico como en lo pastoral y reglado "ortodoxamente" y, por otra parte, tan frágil en sus presupuestos ideológicos. Y se sienten amenazados ellos y sus intereses todos. Caerían como castillos de naipes, o ídolos de barro... Por eso: excomulgar, castigar, reprender, silenciar, atacar, excluir, acallar como sea, recluir, encarcelar, torturar y hasta quemar a los rebeldes: todo vale para sostener un estado de cosas del que sacan buen beneficio. La dominación, el imperio es su estigma. O estás con ellos o contra ellos. Pensar en libertad es un pecado desde luego no venial para "Los santos guardadores de la Verdad" [o de la Mentira].

- [FILÓSOFO ERRANTE]. Todos esos verbos son terribles. Suenan como el mecanismo metálico del mundo, y atemoriza saber que aún se usan para narrar lo que sucede y está sucediendo. Suenan a guerra, a odio. Huelen a montañas de cadáveres y osarios ocultos. Saben a melancolía en el mejor de los casos, y a cierta amargura contemplando con mirada a veces húmeda nuestro tiempo. El Poder y sus atributos en todo tiempo y lugar, de toda tipología habida y por haber. Robespierres hay en todas partes, que no admiten que se les pongan el punto sobre las íes...

- [CASTELLIO]. Miguel Servet tuvo mala suerte: era un hombre libre y sin miedo, y eso no se lo perdonaron nunca: cuando también se enfrentaba a los dogmáticos y "líderes espirituales" que además detentaban el Poder y otras miserias. La "Verdad" fue la excusa. La animadversión, su motor primero. Ciertamente, no les caía bien a sus jueces, torturadores y asesinos, qué duda cabe.

- [FILÓSOFO ERRANTE]. No imagino cuánta iniquidad y humillación hubo contra un hombre encarcelado, sin modo de defensa justa y al arbitrio de "fieras dogmáticas". Y cuánta crueldad invirtieron en su muerte...

- [CASTELLIO]. Sólo quiso restituir el cristianismo a su simplicidad cigótica despojándolo de lo accesorio o dudoso que es mucho, porque los evangelios dicen menos con certidumbre que lo que sostienen todas las iglesias cristianas o no cristianas como dogmas. La verdad es un diamante con muchas caras, y Miguel Servet lo sabía. Era un hombre verdaderamente moderno. Sabía que sólo se puede avanzar pensando en libertad y sin que nadie ni nada pueda forzarle a pensar, hacer o manifestarse contra su conciencia. Y mucho menos, agredirles de una manera u otra por ejercer su derecho natural.

[FIN del diálogo.]


II. Brevísimo apéndice casi inútil.


Es la Conciencia: la frontera de la patria más íntima del individuo libre, la intimidad del que piensa en completa libertad acerca de lo divino y de lo humano y cómo le parezca bien y debería ser trazada esa frontera como una fortaleza, como un castillo inabordable. Porque hacerlo demasiado permeable a creencias, chismes y diretes sin la justa ponderación racional y rigurosa es permitir que entren todos los caballos de troya dentro de lo más sagrado, y con éstos se infiltran también los bisturíes de los manipuladores o blanqueadores de córtex cerebrales...

Nihil Scitur.

Enlázalo, si quieres... Escrito por Daniel Espín @ A las 17:23 horas... La Bitácora Del Filósofo Errante.

La Bitácora Del Filósofo Errante. Filosofía a deshoras. Diario Filósofico y Rebelde.  ]





§ COLOFÓN

Este mammotrectus comenzóse a publicar en las calendas de noviembre,
día de todos los santos, año de 2003, desde la muy noble
e ilustre villa y capital de los
Carpetanos.

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Aquí tenéis, en canto y alma, al hombre
aquel que amó, vivió, murió por dentro
y un buen día bajó a la calle: entonces
comprendió: y rompió todos sus versos.
[...]
Yo doy todos mis versos por un hombre
en paz...”
Blas de Otero,
Pido la paz y la palabra.
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