ALEGORÍA
¿Recuerdan aquella película? Sí, la de aquellos seres metamórficos, no humanos y anodinos que se apropiaban de cuerpos humanos para sobrevivir (matando a la persona propietaria cuando dormía, nutriéndose de los cadáveres); ya que su mundo se había echado a perder y se extinguió, ¿quién sabe cómo y por qué? Desde luego, podemos imaginarlo. No poseen sentimientos, no poseen moral, ni la mínima indispensable; en ellos no hay rasgos verdaderamente humanos, salvo el continente epidérmico. Un trozo de sebo del culo tendría más humanidad que el conjunto de ellos en multitud. Además, por el contrario, padecían (o gozaban) una curiosa enfermedad patriótica de etiología fascistoide (tipo vírico, J. Edgar Hoover) que, compulsivamente, les hacía señalar a inhumano berrido y con el dedo a quién no era o pensaba como ellos y se lo devoraban aproximadamente, lo desintegraban, lo hacían desaparecer o le vestían de primera comunión, el uniforme plastificado de bueno y modélico ciudadano que con fruición placentera caga vainas de dos quintales mientras lee en éxtasis tántrico el Finantial Times o los discursos y las sesudas reflexiones de George Bush o sus afines. Qué será de los inconformistas y de los que disienten o contestan a papá con otra canción, ni Dios los ampara (pues, incluso éste sabemos de qué partido político cojea). Los finales de las distintas versiones, en general, no eran de corte optimista, porque en este estado de cosas no cabe la esperanza y así me lo parece. Esos voraces, digamos, reptiles florecidos de sangre fría se hacen con el poder usando las artes propias del político contemporáneo, usando las carencias de los ciudadanos y de las democracias; de manera que la sociedad se convierte en una colonia en metástasis de cosas indiferenciadas y previsibles e indolentes. El desierto avanza... ¿La suerte está echada?
No hay alegoría mejor que describe nuestro tiempo: el pensamiento único y la deshumanización progresiva. ¿Eso es lo que queremos para nuestros hijos? Lamentable. ¿Es tarde para reaccionar? No sé, en sus manos está la respuesta: porque en el viento mediático no hay más que veneno adictivo que adormece a los incautos, a los no despiertos.
DEMOSTRACIÓN
¿Le han mirado de frente a George Bush?, ¿de perfil? Dirijan su mirada al entrecejo (ciertamente, se han dado cuenta: en algo se parece a José María Aznar y sus correligionarios), bien, estamos en el buen camino. Ambos ojos no son ojos, si se fijan detenidamente advertirán que están pintados y tras el maquillaje sólo aparecen terriblemente dos enormes huecos que van a desembocar a la gran caverna donde nunca entra la luz. Entiendo que antes de entrar tomen precauciones y han de llevar un jilguero, pues, deben saber que hay peligro que deflagre el grisú venenoso. Si sigue vivo el pajarito durante esta exploración enciendan, sí, una cerilla y verán. Corre de aquí para allá un ratón asustado, que no sabe donde meterse y va detrás del ensangrentado queso, no le hagan caso, ya parará. Pero, sobre todo, se cuiden del cavernícola que vive dentro, ya que cada vez que olvida el don de la palabra comienza una guerra en el mundo y se dispara la venta de armas, se enriquecen sus amigos (los del cavernícola) y mueren a millares seres humanos que no saben el porqué...
[Les dejo a su solaz y descubran lo que puedan, ganará la humanidad con tal investigación de ciencia básica. Se lo aseguro. Tal vez, incluso, si llegaren a hipótesis clarividentes, leyes generales y promulgaren antídotos contra esta ralea de alienígenas invasores ganen el Premio Nobel de la Paz.]
Nihil Scitur
]
