La Fantasía impregna al individuo huésped, y lo contamina de lábil mercurio por el pasaje deslizante entre dos puertas. Fantasía/Realidad. La Fantasía produce la distorsión de las lentes, los espejos en geometrías imposibles. Destrona a la Realidad de un plumazo y, a veces, gravemente pues se confunden; esa confusión pasa desapercibida o además la comparten cientos de miles, millones. Ora, sostiene la estructura de una sociedad; ora, espolea la productividad y el consumo. Empuja a desear, a forzar en la Realidad un estado de cosas que se resiste a ser, que, tarde o temprano, ?desilusiona?. Queremos lo que no podemos, o podemos lo que no queremos. El resultado es la frustración general, y se sabe que ésta genera violencia, desasosiego, enfrentamiento. La sociedad nuestra se basa en gran parte en la Fantasía, el capitalismo lo usa como un reclamo: ¡caramelos, niños, caramelos de fresa! Su vitalidad depende de esa maga de los sentidos. Porque sabemos que la Realidad es extremadamente yerma y anoréxica. Lo que devora, si come, lo vomita y continúa su proceso de adelgazamiento hasta reducirse a pellejo. Lo que es, es. El engordamiento artificioso con pienso genéticamente manipulado, inyecciones de hormonas y otros modos de engañamiento colectivo realiza su función y hace que esta máquina capitalista de los Tiempos Modernos continúe moviéndose como una víbora (oculta y serpenteante) hasta que pruebas su veneno y se te abren los ojos de par en par. Desea que llegue ese momento, el de la mordedura, entonces pasearás por el lado no soleado de sus calles a su imagen y semejanza, el lado sombrío, por las sombras que despide este gran montaje de fantasmagorías de neón, la escalofriante feria de las vanidades, la mentira del lobo que camela pastorcitas en la jungla, y sabrás entonces que esos rascacielos no son más que su reflejo en la bahía del Hudson.
Nihil Scitur