Parece que son malos tiempos en España para la ironía y el argumento, para el razonamiento. Es una lástima; pierde la inteligencia. Se advierte claramente que lo que ha pretendido desde el inicio de la legislatura el Partido Popular [la derecha atávica, nacional y católica] en su isla en mitad de ninguna parte contra la mayoría del Parlamento no es más que provocar este estado de cosas y malos sentimientos en la ciudadanía que se exacerban peligrosamente, y hacer irrespirable la política, y hacer ingobernable el país. Afortunadamente, no lo han conseguido pese a sus muchas rabietas infantiles, y esperemos que más adelante, superada esa fase bucoanal, se disponga a hacer política de verdad y responsablemente, y no a deshacer y a desbarrar y a insuflar odios y mala sangre. Hacer política de Estado especialmente en asuntos de terrorismo, pero intuyo que eso es como pedir peras al olmo en el fresnedal. No hay peor sordo que el que no quiere oír cuando el vicio del poder que perdió ha tiempo le ciega tristemente como está visto. Su estilo es la provocación y la invectiva confusa una tras otra [mientras duren y no se gasten contra la verdad], y el milenarismo y el apocalipsis de "se me rompe españa" para captar al más desprevenido votante. Aunque si se ha de romper o si veremos romperse algo en este país antes será el crismón de ese partido digno de lástima como perseveren así por esa senda extremista. No obstante, nos queda la palabra y la opción de ignorarlos, entonces, sobrevendrá la calma ignorando el ruido; pues, como dice el proverbio castellano, quien siempre me miente nunca me engaña.
El Partido Popular [junto a su compadre la Iglesia Católica] en su estado actual de intransigencia e intolerancia es un partido que no podría gobernar más que por decreto y con mayoría absoluta [absolutismo en ciernes] si desgraciadamente venciera en alguno de los próximos comicios. No sabe convivir en un Parlamento democrático con muchos otros y de sensibilidades diferentes, y ya sabemos el porqué. Ahora hace falta que lo descubran ellos mismos, y recuperen la humildad y la cabeza. De mala sangre, malas morcillas.
Nihil Scitur