Salud, Tita, mi estimada mejicana:
El tiempo no pasa y pasa como una cuchilla, en ocasiones, recortando el bigote de quienes ignoran o quieren ignorar que existe de pronto. El espacio que recorro es la mitad del que percibes o nulo por mis cálculos, y en las pinturas del decimonónico W. Turner está congelado [es luz y atmósfera] por mucho que parezca caliente y veloz por la fiebre de los tiempos.
No es que ande más deprisa [probablemente, los tiempos me congelan más de una vez por la melancolía que me producen a menos siete grados centígrados y humanidad cero]; y mal te lo parece, y es desmérito por mi parte parecerlo. En todo caso, los tiempos y mi circunstancia me llevan como si me persiguiera una jauría de perros. Por hipótesis, seguramente es que aparento sólo una velocidad percibida desde la estación donde Tú, estimada mejicana, esperas el tren adecuado o ninguno por desinterés, como podría retratarte mi dilecto poeta de Jerez de la Frontera, Caballero Bonald, en su Manual de infractores: "una mujer está esperando en el andén / de una estación vacía [...] Hay un reloj parado / interceptando el tiempo desde la marquesina / y unos bultos de bruma / se hacinan en los bordes del silencio". Desde la contemplación, todo parece más veloz y eficaz; al contrario que desde la velocidad, desde la ventanilla de ese tren en el que viajo que no se detiene en tu estación, y así apenas me da tiempo a entrever que hay una mujer sentada cerca del andén sumida en sus pensamientos pretendiendo entender lo incomprensible, lo variable, lo débil, lo inmisericorde y la miserabilidad como un espectáculo horroroso y banal: la condición humana.
La mirada se nos rompe como puro cristal de bohemia cuando miramos esa colección de despropósitos y desconciertos a nuestro alrededor cercano [con los amigos y parentelas], y en ámbitos nacionales e internacionales o más lejos [en la política sin virtud, en la religión sin amor y politizada, en etcéteras que hoy nos tocan la fibra sensible...]
Ni yo, ni mi circunstancia pensamos en las consecuencias cuando expresarse es una urgencia. Tal vez no me explico lo suficientemente claro, o el ruido de mis batallas locales ensordece tus oídos, y te pido disculpas si no entendieras mis farragosas meditaciones. Aunque ya sabes que lo que importa es Sugerir, y no dar en claro nada para que no aceche la tentación de Convencer a nadie.
Un afectuoso abrazo y hasta pronto,
Daniel Espín.
Nihil Scitur...