La Bitácora Del Filósofo Errante - Filosofía a deshoras. Diario Filósofico y Rebelde | Daniel Espín.

El Que Contempla Este Mundo Como Un Océano Sin Sentido, Fragmentario Y Efímero En La Era De La Náusea Bajo El Signo De Un Dios, Que Es, Inútil.

Nihil Scitur

viernes, enero 12, 2007

QUIJOTIZAR VERSUS HIPNOTIZAR, O leer diferencia, leer más: diferencia extraordinariamente

"Lo que ahora deseo no es ya ser feliz, sino tan sólo ser consciente." Albert Camus, El revés y el derecho.

"El buen caballero había visto dentro de ella prados amenos y palacios maravillosos. Hoy don Quijote redivivo no bajaría a esta cueva; bajaría a otras mansiones subterráneas más hondas y temibles. Y en ellas, ante lo que viera allí, tal vez sentiría la sorpresa, el espanto y la indignación que sintió en la noche de los batanes, o en la aventura de los molinos, o ante los felones mercaderes que ponían en tela de juicio la realidad de su princesa. Porque el gran idealista no vería negada a Dulcinea; pero vería negada la eterna justicia y el eterno amor de los hombres." Azorín, La ruta de don Quijote.

"253. De hecho, nunca he visto que una mancha negra gradualmente se vaya haciendo más clara hasta que sea blanca, y después que lo blanco se vaya haciendo rojizo, hasta que sea rojo. Pero sé que es posible porque puedo imaginármelo." Ludwig Wittgenstein, Zettel.

"Lo invisible está dentro de la luz, pero, ¿arde algo dentro de lo invisible? La imposibilidad es nuestra iglesia. En todo caso, el animal se niega a fatigarse en la agonía." Antonio Gamoneda, Arden las pérdidas, Claridad sin descanso.


Es clave [en la vida de este Filósofo Errante, como también en la vida literaria del Caballero de la Triste Figura] el episodio de la cueva de Montesinos (Don Quijote de la Mancha, parte II, caps. XXII-XXIII): don Alonso Quijano, El Bueno, después de emerger de aquella sima profunda, de su abismamiento y alucinación, padecía un estado de confusión, tristeza y abatimiento por haber perdido aquellas deleitables visiones que le supieron a gloria; aunque le quedara la resaca de una leve y traslúcida gasa en sus ojos que sobreimprimía sobre la realidad otra realidad al menos posible: a la luz del sol, una mezcla casi material de sueño caballeresco y de vigilia vulgar en cantidades secretas (propiamente, lo que denomino: una alquimia cervantina). Así se nos erige el Quijote, pues, en un personaje gurú; el vate virgilio que te adentra en el misterio de la Realidad, despellejando las finas pieles de esa irritante cebolla, y se la plantea como una incógnita, un laberinto, un enigma, un problema nada fácil: de verdades y de mentiras, de plomo y de oro. En fin, ¿qué es la Realidad? Ese innoble toro que hay que lidiar con cuidado y rigor y armados de muchísimas lecturas y experiencia, y aun así también: se ha de estar preparado, como buen caballero andante, a errar y en su caso a reconocer el error y/o enmendarlo, si hubiera posibilidad, por el amor esforzado [casi heroico] a Conocer. [1]

De nuestro Quijote tendremos siempre la duda de si vive o sueña, lee o vive. Tuvo el poder de recrear el mundo, que le había sido impuesto a imagen y semejanza de Otros y se lanzó a esos caminos polvorientos de la Imperfección Insoslayable del Mundo. Lo quiso y deseó, pero no pudo: el peso de la Realidad Mal Nacida es tóxico, y tanto lo es que lo mató de tristeza devolviéndole a "la cordura de los tiempos". Me pregunto: ¿Cuánta ponzoña es necesaria para matar a un quijote, o cómo se le soborna o se le tienta y/o asimila? Mas, ¿todo está perdido?

Su mensaje [el de don Quijote] nos llega y seguirá llegando laminado de belleza y de melancolía y fecundo [para la buena disposición]. Aún nos quijotiza. De alguna manera podremos seguir, a través de sus ojos, imaginando otro mundo en éste y en nuestra mano (a veces, tan pequeña que apenas abarca un poco de belleza y paz) para albergar la posibilidad de cambiarlo contra los que lo quieren salvaje y cruel y deshumanizado y falso. Al menos, proponer Otro Posible en lo cotidiano, en las pequeñas cosas y acciones, en la pequeña historia que nos ha correspondido en suerte. Contribuir al menos con nuestro compromiso de humanizar el medio...

Sabemos que la intención de Cervantes era paródica; sin embargo, puso en sus labios amor y sabiduría, justicia y compasión y podemos creerlo, no es imposible. Nuestro Quijote no era sólo un bufón herramienta al servicio de un objetivo declarado, sino un algo más, me parece: y ese algo velado entrelíneas tendrá que descubrirlo cada uno y debidamente, tan en soledad y en silencio como sea posible, para escucharse Sin El Ruido General Y Confuso, para escuchar la voz más pura de ese infinito hilo de miel que usted tenga a su alcance, y dejarse quijotizar. Es saludable y, si me apura, hasta adelgaza o estiliza. Leer diferencia, y leer más: diferencia extraordinariamente.

Nihil Scitur

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Notas disidentes.
[1] Vigilad de ese toro el cuerno de la derecha, el que mata la verdad y el cambio, porque a Esos Deshuesados interesa que todo continúe igual, y sea por los siglos de los siglos altamente lucrativo para unos pocos el mismo estado de cosas. Se me antoja que es el mismo cuerno que mató al torero Manolete, vaciándole la cuenca de los ojos, y se lo llevaron al museo y le convirtieron en figura de cera, y duerme hoy como muñeco en un rincón como aquel arpa. Te imaginas que te convirtieran en figura de cera, y lo único que cambie sea que te cambien sólo de lugar el muñeco, el que representarías tú mismo para Los Conservadores, y te hagan creer que te mueves, en apariencia. Y te hagan creer que algo se mueve: Para hacernos creer que lo imposible no es posible, para que nada cambie en absoluto...

Enlázalo, si quieres... Escrito por Daniel Espín @ A las 19:28 horas... La Bitácora Del Filósofo Errante.

La Bitácora Del Filósofo Errante. Filosofía a deshoras. Diario Filósofico y Rebelde.  ]





§ COLOFÓN

Este mammotrectus comenzóse a publicar en las calendas de noviembre,
día de todos los santos, año de 2003, desde la muy noble
e ilustre villa y capital de los
Carpetanos.

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Aquí tenéis, en canto y alma, al hombre
aquel que amó, vivió, murió por dentro
y un buen día bajó a la calle: entonces
comprendió: y rompió todos sus versos.
[...]
Yo doy todos mis versos por un hombre
en paz...”
Blas de Otero,
Pido la paz y la palabra.
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