La infelicidad es un bien y no suficientemente
celebrado, sea
por principio, lo dicen los cánones
de la decencia. La vil ceguedad
que afecte a otros, a la risueña clase y próspera
en falsos dioses.
Y se adquiere a denuedos
los domingos por la tarde cuando
existimos solos
frente a la ventana, y te golpean y escuchas
las ausencias, las mentiras o el dolor,
porque existen.
Y las contemplas como seres
vivos que se resisten a olvidar a los rendidos a su suerte,
en la senda muñecos sin dios,
sin apenas brazos
con los que alcanzar la morada
de un mísero sueño.
No puede ser de otra manera,
si es para destronar al olvido de su trono de miedo.
La infelicidad es un bien y no suficientemente
celebrado, sea
por principio, lo dicen los cánones
de la decencia.
Nihil Scitur